Corría 1987, la mayoría de los juegos se dedicaban a matar marcianos. Fue entonces cuando Miyamoto, incono en la creación de videojuegos, lanzó la primera aventura de Zelda. Su creador concibió un mundo dónde Link, el personaje principal, crecía y aprendía a medida que avanzaba el juego. Algo innovador, había una historia que contar, y el jugador podía participar en ella.
Eiji Aumuna fue el director de aquella primera entrega. "Después de tantos años me parece sorprendente que los juegos, una forma de comunicación, traspasen fronteras e idiomas. Al final lo que estamos diciendo es lo mismo, a todos les parece divertido o triste", cuenta.Gracias a Zelda vimos el primer mundo virtual en tres dimensiones, nunca pensamos en acercarnos tanto a la realidad. Se incorporaron guionistas y compositores de música. Pudimos capear temporales, disparar con nuestro arco, luchar con nuestra espada y aprender jugando.
"Tengo un hijo de 7 años, pienso que gracias a los juegos también desarrolla una parte de su personalidad. Creo que hay juegos que pueden ayudarles a evolucionar", asegura Aumuna.
Y creció y creció hasta hoy. La nueva entrega nos vuelve a transportar a la magia de Zelda. Por primera vez, la princesa se unirá a nuestra aventura.Será el 11 de diciembre en The Legend of Zelda: Spirit Tracks.
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